martes, 16 de febrero de 2010

...y para todo lo demás...



Todos sabemos que ese todo lo demás es innecesario, prescindible, que un día sin ello sería difícil, pero una vida... acabaría siendo fácil, acabaríamos olvidando que lo tuvimos alguna vez, acabaríamos disfrutando de lo pequeño, de los detalles... de lo esencial...
Pero existe algo, algo anterior, algo interior, algo fundamental. Existe algo que nos mantiene vivos, algo sin lo que estamos sordos, mudos, ciegos y desamparados, en medio de la inmensidad: los pilares de nuestro ser.
¿Que cuáles son los míos? Yo los definiría, sin abusar de originalidad, como "sed y manos".
No me concibo sin sed: sed de aprender, de analizar, de desmenuzar la realidad en pequeños trocitos más simples, de progresar, de evolucionar, de conocer... de vivir, incluso. Como alguien me dijo alguna vez: "el día que crees que lo sabes todo, estás muerto", y yo lo estaría, o querría estarlo.
Pero tampoco me concibo sin manos: manos para beber de esa agua, para saciar esa sed intensa de conocimiento y vida. Las manos manejan la herramienta, y el hombre sin herramienta no es hombre: es planta. Cortad los brazos de mi mente y obtendréis un vegetal: la quietud sepulcral de una roca en un cuerpo vacío, que ocupa egoístamente un espacio valioso de atención y tiempo.
Cuando deje de ser "homo sapiens", querré dejar de ser hombre.

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